APARTADOS

Mostrando entradas con la etiqueta aquí. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta aquí. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de mayo de 2015

Zona de contrastes

Me he mirado frente a frente en el espejo. Soy yo. Llevo una coleta alta y la raya hecha por arriba y un poco por abajo. Me miro a mi misma a los ojos. Parezco decidida. Parece que tenga algo detrás de las retinas que no se puede contar pero que se siente en cada rincón de la habitación. He apoyado los brazos en el pequeño lavabo y me he mirado con sumo cuidado, pero con firmeza. 

"Qué haces", me he dicho. Yo misma me he contestado con una mirada que suplicaba y temía a la vez. "¿Quién eres?". "Tengo miedo". Me tengo miedo. Soy mi peor enemiga. Me miro y lo siento así. Me da lástima sentirlo. Me da lástima sentir tanto y no hacer más.

No sé que estoy haciendo. O qué debo hacer. La que está al otro lado no me contesta. Y yo formulo preguntas sin parar, una tras otra. No hay tregua, ni silencio entre oraciones. Hay preguntas como balas que se quedan clavadas entre el espejo y la silueta definida de mi cuerpo que aparece en ese otro lado.

Hoy me ha llamado mi amiga- me cuento-. Me dice que dónde me meto. O dónde no salgo. A la calle. Dice que dónde está mi yo que tiene ganas, coraje; que sabe lo que quiere y corre a por ello con las zapatillas más baratas y corredoras del armario.Que me necesita para que la empuje a lanzarse a por sus sueños. Que cree que soy una persona valiosa. No como las demás. ¿Lo creerá de veras? Me pregunto. 

¿Lo soy? Me vuelvo a preguntar. Vivir, o vivir. Me miro y me odio un poco más porque veo en mí misma la rabia contenida. El odio hacia todo y todos. El profundo asco que me causan la mayoría de cosas y de personas ya no se esconde detrás de una sonrisa educada. Lo siento dentro de mí y quiere salir. Ojalá sea en forma de cuento. Es la mejor manera de digerirlo. Para ellos escucharlo y para mí vaciarme y poder volver a sentirme dispuesta a llenarme de vida de nuevo.

Mi amiga me ha recordado a mi yo que hacía planes y subía montañas. Quiero escalar el puto Everest. Y decir que no me he cansado mucho. Y bajar con la tranquilidad de saber que no he hecho nada grande aún. Aún. Sigo manteniendo la esperanza sobre mí misma.

Me miro por última vez. Medio sonrío. El espejo me devuelve una media sonrisa. Eso me hace sonreír aún más. Y acabamos sonriéndonos la una a la otra como si hubiéramos acabado de puntear los pequeños detalles que le quedaban a mi plan colosal de cambiar de galaxia. Si muevo la cabeza la coleta se balancea. 

Voy a llamarle.