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viernes, 2 de octubre de 2015

Sudokus con letras

La diferencia entre vete y vente, sólo es una letra.

Pero no hay sólo una letra que nos separe. Son algunas más: a eme o erre. O de i o.

Amor u odio. Las dos juntas se personifican en tí.

Y yo las recibo. Como las flechas de un arco destensado. Llegan sin fuerza. Pero llegan.



Y me muerdo las uñas como si mordiera pequeños pedacitos de confianza y empiezo a pensar qué ocultas. Qué se te pasa por la cabeza. Por qué me te olvidas de la letra ene. Por qué no te acuerdas de regalarme las letras de te quiero. 

Y miro las paredes y me subo por ellas. Imaginando como tú haces el pino sin mi ayuda. Y miras al mar sin necesitarme. Y te pintas una sonrisa bien fresquita cada día, que no sabe a eme ni a ì, ni a á. 

Después me tomo una cerveza. Y otra, al poco rato. Y al final, la tercera. Y sin dejar de besar el cuello de las botellas, imaginando que es el tuyo, abofeteo a mi amor propio y te envío una señal. No un mensaje ni un grito. Una señal mental. Que entra a través de las arrugas de tu frente, que se forman cuando haces sudokus. 

Y llega a tus retinas pero por dentro. Por eso la recibes al revés: No te necesito. No te quiero así. 

Te quiero justo al contrario.