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lunes, 8 de marzo de 2021

Nostalgia por el presente

 Leer a Paul Auster por la noche 

Garganta oprimida 

Palabras encerradas en el corazón 

Que salen gritando por los ojos 


Felicidad encerrada en botellas de vino 

Difícil 

Difícil 

Una continua necesidad de salir corriendo 


Una noche estrellada 

que pretende arreglar todo 

Pero en realidad solo lo deja en relieve 

¿Nos vamos? 


Nos vamos. 

No, vamos. 

Voy. 

Me voy. 

domingo, 28 de febrero de 2021

Una Sorpresa Agradable

La vida de Adéle


Miénteme, 
Dime que no te vas a olvidar de mi, 
que no pararás de intentar conseguir 
una noche más conmigo.

Cada vez una noche más, 
una noche más, 
una última noche. 
Cada día. 

Que no olvidarás la primera, 
la primera vez 
que metiste la nariz en mi escote. 
la primera vez 
que viste mi cara debajo de ti. 

Que recordarás siempre,  
la última palabra antes del primer beso 
Y la calle que nos vio darnos
el último. 

Miénteme 
Da igual si lo haces bien o mal 
Tú solo miénteme.
Sabes lo que me gusta oírte mentir. 

No necesito más.
Sólo un par de mentiras. 
Un buen libro. 
Y una distancia prudencial, 
como de 12.008 kilómetros.

Ni más ni menos. 
El tamaño de un ego.
El tamaño del miedo. 
Tú sólo miénteme.

Cada vez una noche más, 
una noche más, 
una última noche. 
Cada día. 

lunes, 16 de noviembre de 2020

Todo lo que nunca haremos

1- Cortar el pasto 

Y sentarnos a comer y tomar cerveza con el olor de hierba mojada y recortada 


2- Bañarnos en el mar 

Yo te enseño a nadar con delicadeza y precisión y tú, con tu miedo escondido en los pulmones, tomas aire y sumerges la cabeza como buscando otro mundo bajo mis pies 


3- Conducir 

Ir a lugares que aún no están en el mapa y bautizarlos con nombres de palabras que encontraremos en los libros que leo


4- Reír 

Reír sin parar. 

Dolor de panza y agujetas en las costillas después de un día entero riendo como enfermos ante la esquizofrenia de la vida que nos ha tocado 


5- Esquiar 

Recorrer faldas de montañas con cintas verdes y azules. Pegarnos un piño, aguantar la risa y el dolor, creer que lo estamos haciendo bien aunque seamos pésimos


6- Volar 

Y eso, querido, es lo que más me aflige. Un corazón que no sabe volar es menos triste que un corazón que no quiere hacerlo. 

Te vi desplegar las alas tantas veces. Solo en mi mente. 

Solo en mi mente: 


Realmente no existes. 

viernes, 8 de febrero de 2019

7 de febrero: el nacimiento

Instrucciones: Deja de bloquear lo que no puedes, fluye y vive la muerte


Como ya se había hecho extrañamente habitual 
entré en la meditación, 
como un zambullido. 
Un pique sin salpicar, 
estar y ya no estar. 

El cuerpo se endurece y parece una costra
en cualquier minuto se caerá a trozos. 
Y deja de existir. 

En esta ocasión no había dibujos, 
imágenes o fotogramas. 
Sólo una luz. 
Una luz cada vez más cercana, 
pero engañosa. 

No era posible alejarse de ella, 
mantener la distancia, bloquearla. 
Intentaba apartarla pero volvía a aparecer frente a mi. 
Y quemaba. Quemaba. 

La voz de Ella me decía que la mirara de lejos
y aplacara el miedo con espacio. 
Pero no podía, 
la bola de fuego no se alejaba, 
y yo no la podía controlar. 

Así que me dijo: Entonces, entrégate. 
"Entrégate"... resonó en mi cabeza. 
Me adentré en la luz. 
Y quedó la nada. Unas pocas ondas sacudiéndose, 
y el exquisito vacío, el color mate de la vacuidad.

No sé cuántos minutos después de entender
que no soy menos ni más que otro 
engranaje-más de este entretejido universo, 
aparecí en un espacio cerrado. 

Un espacio caliente, a resguardo de la luz 
(¡de la luz! quién sabe qué fuego esconde) 
a resguardo del mundo 
Sólo una piel sobre mi piel 
Mi cuerpo de-formado. 

Y
"Vamos volviendo poco a poco a la realidad" 

domingo, 3 de junio de 2018

Imagino que te quiero

Imagino que te quiero.
Lo imagino porque ya no lo siento.
Pero me da la sensación de que, como en todo, la inercia también funciona con el corazón.

La inercia no sabe de oscuridad.
No sabe de hacer el mal.
No sabe de dolor.

La inercia, como Él dijo un día, en una analogía de ciclismo, es la fuerza con la que te empuja el pelotón hacia un destino que, la mayoría de veces, desconoces.

Pero yo nunca fui del pelotón.

Yo iba la primera,
en la carrera de quererte.
Yo te amaba más que a mí misma,
más que al cielo,
más que al mar.

Te amaba todos los días de mi vida.

Hasta que un día
alguien me adelantó,
como en cualquier carrera.

Pero fuiste tú.

Te quisiste más a ti mismo
de lo que yo te hubiera podido querer.

Me hiciste tanto daño que caí
en la primera curva.

Hasta nunca.
Hasta siempre.

Me recuperé.
Pero ya no me movía el amor.
Tú reinabas en tu oscuridad.

Te quiero por inercia,
no porque quiera.

Te quiero porque no sé que otra cosa podría hacer contigo.
Con tu oscuridad.
Con tu egoismo.
Con tu dolor.

Te quiero. Pero lejos.
Llega el pelotón.

Acaba la carrera.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Sé por tus marcas
cuanto has viajado
para olvidar lo que hiciste
sentir algo que nunca sentiste


La vida ya no duele.
Quizá fue la distancia adecuada.

Sin embargo,
en lo único que creo
es el tiempo.

Y los libros,
siempre los libros.

No importa que vaya despacio,
o rápido.

El único ritmo que existe
es el del corazón.



Ese lugar en el que te acogí,
del que te eché,
y en el que aún no te encuentro lugar.

¿Se supone que esto es la felicidad?
Nunca creí en ella.
Ni en ti tampoco, seamos serios.

Pero los libros,
siempre los libros.

La lectura marcada
por los latidos,
leída en un tiempo prudencial,
a una distancia perfecta.

Esa es la única certeza.

De que la vida no duele,
tú no existes,
yo no creo,
y ellos no saben absolutamente nada.

¿Se supone que esto es la felicidad?

Deja a los recuerdos donde están.
No hay espacio para la segunda par




martes, 6 de diciembre de 2016

Este título era demasiado fácil

Yo no he dejado de acordarme ni un sólo día.
Ni una  sola noche.

Mi melancolía me engaña. Me envía recuerdos imborrables. Brillantes. De sonrisas y abrazos, de olas y memorias en común.

Mi razón habla y habla. Nadie le hace caso.

No hay manera de olvidar. No hay manera de asumir.
Es este maldito estado de urgencia en respirar y ver el recuerdo de la exhalación.

Pero sin haber vivido la inhalación terriblemente larga del suspiro.

¿Y a ti qué demonios te pasa? ¿Por qué no te da pena? ¿Por qué no me ves? ¿Por qué?

Como pudimos compartir algo en común, si ni siquiera en lo más esencial nos une nada. Apenas un hilo de pescar, que se  enreda. Y mata.

Muertos, estamos muertos.

Y yo no puedo enterrar el olvido. Y sobrevivo con la melancolía de los días.

Mientras tú creas recuerdos con otra. A quién tampoco harás saber lo poco que la echarás de menos.

.

Salud, hermanos. Por la gente que se necesita. Sin saberlo.

lunes, 29 de agosto de 2016

Vertedero de mentiras

Si hubiera una mujer que escribiera como Bukoswki, seguramente sería prostituta. Guardaría un arma entre el cajón de sus bragas, como diría Nacho Vegas.

Se acostaría con cualquier hombre borracho que encontrara en barras sucias y solitarias de bares escondidos y oscuros. 

Sería seguramente adicta a diversas drogas como el caballo o la cocaína que cambiaría a cambio de su cuerpo. 

Escribiría con pseudónimo para que alguien, solamente alguien, la tuviera en cuenta. 

Tendría un idiota detrás de ella, enamorado hasta la médula, al que acudiría de vez en cuando para que la sacara de los apuros y la bañara y luego la pusiera en su cama a dormir hasta que ésta se largara a meterse algo de nuevo,

Iría a un club secreto sólo para poetas de mala vida en el que pocos la tomarían en cuenta y muchos intentarían follársela. 

No tendría familia. 

Habría, si acaso, abandonado a un pequeño bebé en un capazo en la puerta de un orfanato, fruto de una violación brutal. 

Habría  matado, a partir de entonces, a todos los hombres que la hubieran intentado forzar, a cuchilladas. 

Una sola vez habría ido a la cárcel, pero Él la hubiera sacado relativamente pronto. 

Hubiera intentado salir de ese ciclo sin fin si hubiera encontrado algo de refugio en su literatura, o en la historia de su vida. 

Pero no le ocurriría eso.
No le ocurriría nada,

jueves, 16 de junio de 2016

desatención

Dos cervezas,
siempre es la excusa. 
Tomar dos cervezas.

Verse los ojos. 
Cuanto tiempo sin ver sus ojos. 
Cuanto tiempo sin ver el barrio. 

¿Cuánto tiempo? 
¿Dónde demonios he estado yo todo este tiempo?

Dos cervezas, 
siempre es la excusa. 
Invitar a una cerveza. 

Regalar un momento. 
O quizás unos cuantos. 
Cuanto tiempo sin vivir un momento. 

¿Cuánto tiempo? 
¿Dónde se han ido mis momentos? 

¿Dónde demonios he estado yo mientras mis momentos se largaban en huelga por desatención? 

jueves, 14 de abril de 2016

Everyday



Todos los días me levanto.

Tomo un café con mucha crema.

Todos los días tomo el autobús y lo pago.

Todos los días recorro un trozo de ciudad lamentando el tiempo perdido.

Todos los días leo.

Todos los días te veo.

En algunas palabras, o en algunas calles, o en algunos espejos.

Todos los días te echo de menos.


Todos los días echo de menos,

el día que te quise echar de menos.

miércoles, 24 de febrero de 2016

-Emancipa tu cerebro de la esclavitud mental,
nadie más que nosotros puede liberar nuestras mentes-


El botón de nácar (2015)


En la diferencia está el encuentro, la llegada, y la salida también. "Somos todo cuerpo, palabra, emoción", le dijo. 

Ella se miró en el reflejo de la puerta de cristal y asintió con reparo reconociendo en esa débil representación de su presencia aquella loca certeza: "somos todo cuerpo, emoción y palabra". 

Se lo repitió una vez más. No se atrevía a mirarle a él. 
Subida en una "montaña de melancolía" en la que la historia de La Maga y Horacio Oliveira era tan reveladora y tan triste que la cotidianidad se había convertido en un vertedero de sentimientos hermososos. 

Esperaba la llegada de la lenta cuchillada del amor mientras jugaba con las ramas de un gran árbol que apenas le dejaba ver la que se venía encima. 

El cielo estaba ofreciendo una imagen sublime. Ni el más romántico de los pintores conseguiría nunca acercarse lo más mínimo a aquella situación geográfica que se acercaba desde los cielos. 


E iba directamente al centro de su pecho





miércoles, 10 de febrero de 2016

El mapa de mi cerebro

No veo un edificio. Te veo a tí mirando hacia una ventana y buscando mi cara.
No siento el viento. Siento un soplido fresco detrás de la nuca.
No hago la cama. Hago el silencio de la espera y fabrico sueños.
No leo Rayuela. Leo una historia que quiero vivir.
No escribo poemas. Escribo líneas.



Y mis líneas son bravías.

In-dependientes.




No quieren. Pero se necesitan.
No te necesito. Pero te quiero.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El poema en el poema

Ya no me anima ni Paco de Lucía.

Ni ver tu nombre escrito.
No me anima el tiempo.
Ni las calles bonitas.
No me anima la brisa.
Ni las patatas fritas.

Ya no me animan ni los poemas.
Ni las horas que me quedan.
No me anima la playa,
ni las gaviotas en su orilla.

En serio, no sé qué me pasa.
Ya no me anima nada.

¿Dónde estarán mis ganas?
¿De verdad se han ido?
Con la niña esa que camina ahí delante.
Escondiéndose de a poco sin mirarme.

Le da miedo girarse
y verme suplicar.
Las súplicas ya no sirven,
ni a los cacos,
ni a los infieles.

Mis ganas se han ido.
Alguien las vio en una cáscara de pistacho
navegando riachuelo abajo.
La niña de ahí delante sigue la corriente
no quiere que su barquito se choque.

Se van las ganas,
y el barquito,
y la niña.

Y me dejan aquí.
Tan sola.

Ni Paco de Lucía me anima.
Paco, dame palmas.
No quiero sentirme sola.
Quiero que me des palmas,
y que me vengan las ganas.

Las ganas se han ido,
las lleva un pistacho.
Una niña corre tras ellos.
Si vuelven, Paco,
si vuelven,
dame palmas. Que yo bailo.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

t r e n e s

Me desperté sudando.

Recordaba el sueño escena a escena.
Como quien recuerda la primera vez que no le correspondieron un "te quiero".


Un tren viajaba paralelo a la carretera, en dirección al Oeste.
Yo corría a su lado. Pero lejos.

Por el camino iba dejando caras,
estúpidas que se han cruzado en mi camino,
relamidos que ni siquiera importan.

Ropa,
recuerdos,
todo.

Todo se iba quedando atrás,
lo iba sacando de mí.

Me quité la ropa.
Y me quedé en bragas.

Sentía las piernas fuertes,
no me cansaba.

Pero el tren aceleraba,
y aceleraba.

Yo lo intentaba pero era imposible.
Cada vez me dejaba más atrás.

Yo acababa de dejar un recuerdo,
cuando me dijeron que escribía ritmo.

Pero ni aún así viajaba lo suficiente ligera.


Hasta que empecé a correr detrás del tren.
No a su lado.

Intentaba no parar, a pesar de todo.
Pero ¿qué sentido tenía?

Ni Galeano consiguió convencerme.

Miraba atrás y me daba miedo
recoger lo que ya no me pertenecía.

Miraba adelante y lloraba
al pensar que nunca lo lograría.

Y desperté.
Las manos sudando,
como esperando un te quiero que nunca llegará.

La Isla Bonita (2015)

sábado, 5 de diciembre de 2015

El pajarillo que más alto quería volar
fue el que murió primero.

Yo lo vi todo desde mi ventana.
Apenas causaban estruendo
cuando caían contra el suelo.

Sus cuerpecillos débiles y emplumados
se aplastaban contra el adoquín.
Ninguno hubiera volado de saber su fin.

Pero la vida es así.
Siempre hay que intentar volar.

Aunque sólo sea para extraer placer dantesco
de la caída más alta.
Sentir flotar.


Yo los miraba y sonreía. Me acordaba de cuando yo misma caí. De bruces contra el adoquín. Y decidí reírme de todos los poetas modernos a partir de aquel certero golpe.

Nunca fui pájaro.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La noche deconstruida

Es la una. 
Hora de pensar. 

Cuando sean las dos, 
intentaré irme a dormir. 

Porque a las tres empieza un sueño, 
que no me quiero perder. 

Seguramente tú sales en él. 
Qué novedad, ¿verdad? 

Pero a las seis, 
tengo previsto largarme. 
(a otro sueño)

Coger un tren, 
dar la vuelta por el Este.

Aburrirme del traqueteo, 
borrarte de mi cerebro.

Y escribirme una carta. 
Una carta larga. 

A las ocho más o menos, 
saldré del sueño de las tres. 

Me levantaré y me miraré,
en el menudo espejo que guardo. 
Para verme cuando no hablo. 

(A las 9 de la mañana, 
porque hay sol y el aire para).

Me gustan mis ojos,
parecen sinceros conmigo.

Siempre sé lo que me digo. 
Cuando digo que sales en mi sueño.
Que no me quieres nada. 
Que no te subirás al mismo tren.
Que este poema no tiene fin.

Porque a las diez de la mañana,
estaré pensando en el pijama.

Siempre pienso qué me llevo a la cama,
para que tú me veas bien guapa. 

Qué otra cosa podría ofrecer
una somnolienta momia de sueños
como esta mujer. 

¿El amor más grande del mundo?,
¿el pensamiento más largo?,
¿el sueño intenso de saberse jugador con ventaja en una realidad que siempre se podrá arreglar al final?.

Lo que más me gusta de mis sueños,
es que nunca muero.
Pero tú. Tú ....



El catalán suena como el susurro de alguien que te quiere mucho y no sabe decírtelo.
Bona nit, 
estimada.




martes, 24 de noviembre de 2015

Piernas para qué os quiero si tengo alas para volar

Lola recitaba los versos riéndose del mundo mientras yo bebía cerveza para que me calentara el malestar. Le conté que tenía miedo de irme a dormir. 

- Es por las pesadillas, ¿sabes? Me levanto con sudor y temblores.

Ella me dijo que por una noche, podía dormir en su cama. No lo entendí bien, qué gilipollas. No se refería a nada sexual. Sólo me invitaba al calor de su cuerpo contra el mío en una noche de pesadillas y pocos grados. Aceras húmedas, suelos helados.

Quería. pero no sabía como aceptar la oferta. 

- ¿Lo dices en serio?- Asintió.

Sus preciosos ojos negros eran inconfundibles. Mirar esa negrura era intentar navegar en un mar de dudas. Le sonreí y le mandé un gracias mental. Seguro que le llegó. 

Nos acabamos esa cerveza y dos más. Cuando nos mataba el sueño y el nerviosismo tonto se había ido, le abrí la puerta de su habitación y ella entró. Miró la cama y luego me miró a mi. Luchaba por no empalmarme y echarlo todo a perder. 

Me dijo que me acostara yo dentro porque ella se levantaría antes. Así lo hice.

Se cambió la camiseta de espaldas a mí. Tenía una espalda muy fuerte. Era una chica muy fuerte. Se puso la camiseta de entrenar, la más fina que tenía, y se tendió junto a mí. Me dio un beso en la frente. Me dijo que descansara, que en su cama no habían pesadillas. 

Tristemente, me lo creí. Necesitaba todo aquello como si fuera un niño de cuatro años. No me había empalmado. Estaba un poco extraño, pero era por el calor de una mujer a mi lado después de tantos meses sin rozar la piel suave de nadie. 

Lola me preguntó si apagaba la luz. Le dije que claro. Yo me quedé tendido hacia arriba y ella, sin ningún tipo de apuro, me abrazó el pecho y apoyó su cara muy cerca de mi oreja. 

Respiré hondo muy lentamente. Buenas noches. Me dijo. Le contesté que muchas gracias. Solamente suspiró. Acaricié su brazo y al momento yo también confundía la oscuridad de la habitación con la de mis sueños, y parecían los ojos de Lola. 




jueves, 19 de noviembre de 2015

Todo el amor que se da, 
se recibe. 

Pero no de la misma persona. 

Por eso deberías lanzar tus abrazos sin esperar nada a cambio. 
Y dejarte caer. 
Porque, 

en el fondo del precipicio

hay una lengua que te cura las heridas. 

No te evita la caída, ¿qué esperabas?

Pero te lame las brechas ensangrentadas. 
Y la sangre vuelve a su cauce. 

Y tú a tu camino. 
Dispuesto a regalar el amor a quien te ayude 
a encontrar la prueba reveladora 
de saber que estás aquí para algo. 

Mi dulce nuececilla,
Nadie te esperaba, 
y nadie te echará de menos. 

Más que el tiempo. 

Pero le vas a dar tu amor a alguien, 
y te has llevado el mío contigo. 

Estoy empezando a dejarme caer.

21


miércoles, 18 de noviembre de 2015

Nuevoyviejo

Me duele la cabeza a menudo.
Y se me ocurre que puedes ser tú,
martilleándome para que no deje de pensarte.

Te crees muy fuerte.
Pero más fuerte es el nudo que nos ata.
Soy el aire que infla tus velas.
Pero no seré yo quien te lo revele.

Puedes jugar con la vida y la muerte,
a ver cuál de las dos te convence.
Y en ese camino me silenciarás.

Pero espera un momento.
Y vuelve con el rabo entre las piernas,
A decirme que no lo entiendes.


Que ellos no te entienden.
Y me pedirás que abrace tus lágrimas
Antes de que caigan
Para que puedas seguir sintiéndote.

Sintiéndote tan fuerte,
Que no me necesitas.

Más que cuando (no me) lloras.

martes, 10 de noviembre de 2015

El secreto está en la cama

La familia, el trabajo, la casa, la montaña, la ropa, la tele, los besos, los zapatos, la música, el ordenador, el vecino del tercero (el de la mirada de miedo), el cine, las cámaras, los polos (el Norte o el Sur). 

El colegio, el amor, las cigarras, el rocío de las mañanas, la guitarra,  el dinero, la fe, los paraguas, las vistas al mar, la arena, la comida, el petróleo. 

Mis manos, la Luna, las constelaciones, el vapor, el sexo, la muerte, el veneno, los placeres, la pobreza, los tejados, las miradas, el cuerpo (el de Cristo), la lengua. 

El amanecer, las mareas bajas, el mundo, los aviones, el tiempo, los viajes, las mujeres, los bancos, los cocodrilos. 

La juventud, la bebida, los problemas, las soluciones, los obstáculos, los hombres, las carreteras, las estaciones. 

La ropa interior.
El parqué de los polideportivos.
Las lenguas.
Las nubes bajas.


¿Qué llena de sentido tu vida?


Intento dar con la respuesta, pero serpentea y me lleva por el camino más largo del saber.
Cuéntamelo tú.
Levanta la sábana, échate a un lado y déjame que hueco. Aclara la voz. Prepara la mirada, humedece la lengua.
Ahora sí, ya estoy dentro. El contacto de tus piernas con las mías me relaja, Cuéntame. Íbamos por donde yo me meto a escucharte. Y tú me lo explicabas,

¿Y bien?