"Te encanta el olor a desdicha,
el síndrome de Tristeza,
y no puedes parar"
Cuando me dijiste que el Karma me lo devolvería y lo pasaría mal ni siquiera eras consciente de la fuerza de aquellas palabras y de que, por alguna razón que quiero desconocer, se cumpliría tu deseo.
No sé por qué dudé en algún momento. A ti te sale siempre como quieres, eres de ese tipo de personas. Este caso no iba a ser una excepción.
Las cosas me fueron como esperabas. O quizás no, porque tampoco lo sabrás nunca con exactitud. Es mejor así. Guardar la mierda debajo de la alfombra.
Y aquí estoy. Sigo viva, ya ves. Nos rompen las promesas y los sueños, nos decepcionan, nos convertimos en sombras de lo que íbamos a ser, y sin embargo seguimos vivos. Así somos.
Las relaciones son un columpio sube-y-baja. Es difícil encontrar el equilibrio. Lo más fácil es que uno se encuentre arriba y el otro abajo. Y en algún punto en el que ambos están trabajando de igual manera, se encuentra el eje horizontal. Tú y yo nos columpiamos largo rato. Arriba, abajo. A veces en el centro.
La última vez que estuviste abajo tú te bajaste del columpio sin avisar. Y yo caí en picado contra el suelo.
Aún así no me levanté. Seguí allí sentada esperando a que algo ocurriera. No podía ser que ninguna fuerza equilibrara esto.
Me fue mal esperando a que volvieras. A que volviera alguien. Pero entonces, tras largas horas de espera y desidia, decidí moverme.
Me senté justo en el centro del balancín. El culo en el centro exacto. Es difícil mantener el equilibrio solo, pero es mejor que esperar que otros lo hagan por ti.
Me fue mal, como deseaste. Prueba a desear otra cosa, valiente.