APARTADOS

Mostrando entradas con la etiqueta hermana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hermana. Mostrar todas las entradas

jueves, 30 de abril de 2015

Sister

Había una vez una niña cuyo nacimiento vino anunciado por carta. Venía en un sobre pequeño, suave. Sin remitente. Tenía el papel de una calidad mayor a la habitual. El destinatario era yo, casualmente. Por aquel entonces yo tenía unas manos no muy grandes y bastante rechonchas. Intentaba hacer las cosas con ligereza y rapidez, pero mi cerebro daba órdenes que mis manos no podían llevar a cabo. 

Aún con todo, no dejaba que mis padres me ayudaran a cosas que sabía que yo podía llevar a cabo, como abrir un pequeño sobrecito que olía bien. Cuando al fin conseguí sacar el papelillo dejé caer el sobre al suelo casi sin querer y me centré en conectar las letras que había escritas y que sabía que, si prestaba atención, podían formar sonidos. Y después palabras. Y las palabras significaban otras cosas. ¡Emocionante! 

"Querida niña-de-seis-años: Le informamos de que va usted a tener una hermana en un futuro cercano. Será un bebé que se desarrollará en algún lugar cercano a usted y que conoce bien. Piense en cosas redondas donde cabe un niño. Podría empezar asomándose usted a la lavadora. Pero se estará equivocando de lugar. Le informamos de que esta noticia es irreversible y que ha de prepararse para tener a la nueva compañera de viaje. Hágale sitio y dele un buen cesto de besos y abrazos a su llegada. Estará miedosa y desconfiará de todos. Tiene un gran reto enseñando a su hermana a  vivir. Sin más, nos despedimos. Que sean muy felices". 

Tardé más de media hora en entender el mensaje. Papá y mamá me ayudaron a comprender las frases que allí había. Aunque era yo la que había leído todas y cada una de las palabras que contenía el papel rosado. Si había entendido bien, iba a venir una hermana. A casa, sí. A vivir conmigo. ¿Pero cuánto tiempo? ¿Y cómo iba a llamarle? ¿Y por qué ahora? Lo primero que pensé fue que todas mis Barbies estarían bien dispuestas para mi próxima amiga. 

Pasaron los meses, y no olvidé ni un sólo día aquella carta misteriosa. Y finalmente, llegó el día. Llegué al hospital tras una movida noche en la que me habían levantado de madrugada y me habían llevado a casa ajena a seguir durmiendo. Me costó al principio, pero después concilié el sueño y ya no pensé más en el tema hasta que me llevaron al hospital. Lo primero que vi fui a mamá en una cama con bastante mal aspecto, un camisón blanco y una bolsa gigante de algo rojo que deseaba que no fuera sangre. Miré alrededor pero no vi nada. Papá me cogió la mano y me llevó a una cuna que había al otro lado de la cama. Me asomé de puntillas y vi un bebé pequeñísimo. Durmiendo. Olía bien, como a paz. Me quedé un rato mirándola. Así que ese era el inicio del todo. Me quedé pensando ensimismada mientras en mi campo de visión había una pequeña pantera rosa para morder que hacía ruido cuando la movías.