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martes, 9 de junio de 2015

Oro parece palabras no es

La gente está cada vez más gorda en Ciudad Plátano. Se cree que es debido a los productos vegetales que ahora se venden en los súper-mercados, tratados con demasiados productos externos y desnaturizados hasta el punto de que una cebolla puede ser rosa azul o verde, en función del color que más te haga tilín.

Quien sabe. Puede ser porque nadie camina. Antes hubo una época en que la gente cuando necesitaba reflexionar salía a pasear. Caminaba sin rumbo hasta acabarse la ciudad y luego volvía con las ideas más claras y calorías de menos. También era típico salir a pasear con las personas. Yo recuerdo de salir a pasear con buenos amigos. Solo por el mero placer de la conversación sin mirarse a los ojos. Caminar mirando hacia delante. O hacia arriba incluso. Como si las respuestas fueran a caer y hubiera que empomarlas.

Nada de eso ocurría ya. Todo el mundo tenía una gran barriga. Daba igual la edad, el sexo, la profesión o la escala social. La gente estaba aturdida. ¿Por qué parecían todos embarazados?
Chamorro Ortiz

En un intento deliberado de conocer otra versión de la realidad acudí a un viejo médico chino que vivía en un piso del centro. Fui porque me dijeron que si le dibujaba una casa me diría el día en que me iba a morir. Y si además le presentaba algunos títulos de libros inventados me explicaría más cosas sobre el futuro.

No le quise hacer el dibujo porque me gustaba la sensación de no saber. Pero sí le pregunté qué pensaba que le pasaba a nuestra gente. Y él, muy tranquilo y sabio, me dijo que el gran problema de todo el mundo en nuestra sociedad era que se callaban más de la mitad de las palabras que querían decir o expresar. Y eso les provocaba un atragantamiento en el estómago que solo era posible mantener ampliando el habitáculo estomacal.

Cuando salí de allá y quedé contigo lo primero que hice fue pegar la oreja en tu abdomen y abrazarte la cintura. ¿Decías?