por dormir.
He estado revisando los últimos episodios de mi vida, y:
me halaga compartir contigo la noticia de que he encontrado a la Belleza.
La sutil, fraudulenta, efímera, trasnochadora, febril, y extremadamente frágil Belleza.
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Me, Earl, and the Dying Girl (2015) |
Y antes de hacer comparaciones o símiles para que lo entiendas, me limitaré a contarte que la he encontrado en los espacios más silenciosos y expectantes que puedas imaginar. El otro día, sin ir más lejos (no me gusta irme lejos así como así), estaba sentada en una cómoda butaca cuando, de repente, sin ningún tipo de aviso, ¡pum! me di de bruces con ella.
No podría describirla, pues de eso mismo se trata. Es imposible de reproducir o retratar, es una mota de polvo púrpura que se ve a ciertas horas de la mañana en el reflejo que hacen los rayos de sol que se cuelan por las rendijas de la persiana en el armario de mi habitación. No dura ni un parpadeo.
Pero yo la vi.
Eran dulce, tan sumamente frágil y sonriente. Como si no le importara su condición, porque ser la Belleza está por encima de cualquier aspecto trivial o tangible.
No puedo decir que me enfrenté a ella. Simplemente le sostuve la mirada, la elevé con todo mi ser hasta lo más alto que se puede llegar cuando de un alma se trata. De verdad que es indescriptible. Una de las espléndidas calamidades que esconde la naturaleza a los ojos vagos y desamparados por lo mundano.
Y la bebí. Me bebí a la Belleza.Me empapé de ella por dentro y por fuera. O fue ella quien me bebió, quién sabe.
Pero nos fundimos en una sola idea, un único concepto.
El de YO.
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