APARTADOS

viernes, 6 de noviembre de 2015

La Adicción a la Contradicción

Desde que Naoko se suicidó, una parte de mí se ha ido con ella. 


Se han ido mis ganas de contarle al mundo el vacío que existe aquí dentro. Ese que no llenan las ensaimadas de la cafetería de abajo ni el humo de los cigarros a escondidas. Ni siquiera lo llenan tus besos. Ni tus abrazos lo empequeñecen. 

El vacío sigue ahí y lo único que puedo hacer, si no quiero acabar como ella, es vivir con él. Acostumbrarme al espacio vacío, a los túneles infinitos, a los sueños eternos. A desdoblarme en dos personas que, mientras una piensa apoyada en el alfeizar de su vacío interior, la otra sonríe y vive ajetreadamente una vida que carece de sentido alguno. Y no te ofendas cuando digo esto. Sé que sí me quieres lo entenderás. 

La gente empieza por escribir lo que los demás quieren leer y ahí radica el verdadero problema. Yo, sin pensarlo dos veces, enviaría un escrito a la revista preferida por todos con esa teoría que siempre dicto sobre que los tontos no saben estar solos porque no se pueden hacer compañía a sí mismos. 

Pero me siento sola. Y esa es la razón por la que quiero estar contigo. 

¿Contradicción? 

Una detrás de otra. Yo soy una contradicción de contradicciones y quién me descontradiccione buen descontradiccionador será. 

Pero no conseguirá cambiar nada ni, mucho menos, llenará el vacío. 

El vacío está lleno de nada y lleno de nada se quedará. Entérate Naoko. 

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