Desde que llegué
estoy intentando olvidarte.
Estoy imaginando que desapareces
entre mis brazos,
como si nunca hubieras amado a otra.
Y te cuelgas de mi cuello como un niño,
y me susurras que te largas.
Una bruma aparece después,
cubre toda la escena.
Y al soplarla, ya no estás.
Así acaba nuestra historia.
Que nunca empezó.
Pero se ha acabado tantas veces.
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