mi panza vibra
como un golpe energético
milagro y resurrección
El argentino me vendió la media luna y el café con leche. Su acento es como casa... una estación de descanso.
La media luna estaba fabulosa, como a mi me gusta: mantequilla, textura suave y flexible, sin caramelo por arriba, una nube de azúcar en la boca.
Pero no podía tragarla. Lo mismo me ocurrió con el café. La lengua recibía el líquido, el paladar lo saboreaba, entraba en la garganta, y drama.
De ahí no pasaba.
¿Qué tengo?
Me miré hacia dentro. No veía nada, mis orgánicos vitales estaban bien. Esófago en su sitio, estómago, líquidos varios. ¿Corazón? Ahí está.
Mordí de nuevo, esta vez con firmeza.... pero en el momento clave, no pude. La garganta no me funcionaba. Me la acaricié con ambas manos.
Miré al camarero con cara de angustia.
Vos tenés una palabra enjaulada, nena.
Decidí darme un tiempo.
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