APARTADOS

lunes, 3 de marzo de 2014

WYWH




No sé si fui yo la que me senté frente a ellos, o ellos se dirigieron a mi. Pero ahí estaban, cada uno en su sillón.

Iban un poco fumados. Se les notaba por los ojos medio cerrados y las largas pausas que hacían entre frases, a veces mal construidas, aunque sin embargo muy certeras. 

- Ella... ella es más de lo antropológico. Es lo que conoce. No le gusta lo ajeno, lo desconocido. Es demasiado humanocentrista. 

- Pero qué dices, ella sabe que existimos. Sabe que hay otras vidas, un universo entero por descubrir. ¿Cómo iba a tener la mente tan pequeñita?

- Lo sabe, pero no lo quiere saber. Mírala, se tapa los oídos, no te quiere ni oír. Shhh... calla. Creo que tiene miedo. No digas nada, espera. 


Entre ellos hablaban como si yo no pudiera escucharles. Y de hecho, me costaba mucho hacerlo. Me tapaba los oídos para poder oír las voces mejor, dentro de mi cabeza. Ellos seguían hablando de universos paralelos, el infinito número de realidades, energías y fuerzas. No entendía absolutamente nada. Me podía hacer una idea... pero no lograba comprenderlo. Supongo que por eso me daban miedo. Deseaba que estuviera Tamara para explicarme como haría a sus hijos de aquí a unos años, cual es el funcionamiento de nuestro universo y qué leyes rigen el estado natural de las cosas. Porque todo lo que yo sabía hasta el momento, era bastante limitado. Una gota en un océano.

Pero hasta que ella no llegara, yo seguía sin comprender. Nadie me lo explicaba. No había libros para mí.

 
- ¿Y qué pretendes que hagamos? ¿Que nos vayamos?

- No lo sé, esto se está complicando. Creí que después de darse cuenta de que no todo tiene explicación, dejaría de pensar en cosas insignificantes como la psicología o el lenguaje, y se centraría en la esencia de todo. En los orígenes. 

- Pues yo la veo perdida, demasiado. No sé cuanto tardará en llegar hasta ciertas conclusiones. 

- ¿Crees que no llegará nunca? Eso sería entristecedor, querido amigo. Deberíamos hacer algo por ella.

- No lo apostaría todo a que algún día su mente se abra lo suficiente como para empaparse y ver con lucidez. ¿Y si le enviamos a alguien? ¿Un mensaje que le llegara en una forma conocida, para que no tuviera miedo, y fuera poco a poco guiándola en el camino de la sabiduría? 

- Complicado. Eso es complicado. 

- Pero mírala, está llorando. Al menos debemos intentarlo. Necesita que hagamos algo. Ve a buscar candidatos. 


Ambos se marcharon. Sus pisadas sonaban lejanas, hasta al final imperceptibles.  De vez en cuando temblaba el suelo, pequeños rumores. Pero después volvía la calma. Poco a poco me desperezaba en el sofá verde. Seguía sin entender nada, pero no podía dejar de pensar en ello. Había algo que se había encendido dentro de mi. Miré el reloj pero no me fijé en la hora. Intenté levantarme a pesar de las punzadas en el pecho, y me quedé recta un momento, fijándome en el reloj de cuco. 

Volví en mí. Era yo, seguía siendo yo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario