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sábado, 26 de abril de 2014

Un día viajaré

Como el abuelo crack de 'El hombre que saltó por la ventana y se largó'; un día haré una cuerda con mis calcetines de basquet (que ya no creo necesitar), las medias esas sexys hasta los muslos y ese tipo de calcetines para estar por casa con la suela rugosa que nunca uso porque el placer que me produce ir descalza por casa no lo cambio por casi nada.

Haré una cuerda y bajaré por ella y me iré. Me iré así sin más. A lo mejor aviso o a lo mejor no. Quien sabe como me pillará esa mañana (porque sería por la mañana, seguro).

Apoyaré los pies en a la acera, miraré a ambos lados de la calle, y tomaré el camino más corto hasta Italia (o el que me permita mi tarjeta de crédito finito).

Y cuando llegue visitaré a gente buena. Que me ofrezca su calor, su cama ( o su sofá) y la oportunidad de compartir con ellos la vida esta con las solanas, las terrazas sobre suelos empedrados y las casonas  cuyos muros soportan Vespas y bicicletas de colores diversos.

Entre las actividades más interesantes y divertidas, se encuentran las de conocer gente nueva (como siempre), probar los vinos y quesos de las tierras, asomarse a la ventana de la historia mediante edificios preciosos, escuchar a alguien tocar la guitarra y cantar canciones sobre mí, ver ríos de agua serpenteando entre las vidas de los mediterráneos participantes del juego; y sin dejar de caminar, tener los ojos puestos en toda partes menos en el suelo.

Hablaré de la vida, o el cine o las lenguas. Hablaré de donde vengo (si acaso lo sé), y disfrutaré de las bellas ciudades italianas como si nunca hubiera habitado en una ciudad igual. Aunque de eso, aún no puedo estar segura.

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