APARTADOS

jueves, 5 de febrero de 2015

Heartbeats

Lo mejor que tengo cada semana es encontrar la intensidad de la vida por cuatro euros, sin palomitas. Desde hace tiempo.  




"Cuando deje de tener dolor", me decía una Marmaduke tranquila, sentada en una mecedora leyendo un libro de la trilogía de los Otori, "cuando dejes de tener dolor tienes muchas cosas que retomar". (La sonrisa, por ejemplo. La estabilidad. El equilibrio cuando juegas a la pelota. ¿Sigo?)

"Ya sabes como es, querida, -decía otra Marmaduke sentada en el suelo, mirando su rostro afeado en el espejo-, encuentra siempre una razón por la que cambiar la sonrisa por la mueca.  Los caminos están para caminarlos.

Había muchas más Marmadukes Una larga cola. No las conocía, ni las podía intuir. Pero estaban al otro lado de la puerta. No las podía ver desde donde yo me encontraba. Conmigo había apenas unas cuatro, contándome a mí.

Era una situación parecida a lo que puede ser Angels en bucle en versión instrumental. Me estaba volviendo loca. Me estaba perdiendo. Pero me gustaba esa sensación ligera de dejarme ir, y esperar a ver qué ocurría. Como cuando de pequeñas tirábamos pinzas desde el balcón del apartamento y mirábamos como caían hasta que oíamos el ruido lejano y suave de la pinza partiéndose contra el suelo del aparcamiento. 

Sólo que yo no iba a romperme. 

Todas me hablaban, una detrás de otra. Y aún así no podía entender nada. Pasaban imágenes por mi cabeza. Casi siempre eran caras de otras personas, nunca recuerdos. 


No va a servir con perderlo todo para amar lo que teníamos.

No puedo dormir. Será porque no me quieres. O porque la que no quiere quererme soy yo.




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