Todos tenemos un o una conocida que decide que pertenece a la élite cultural (lo cual, actualmente, no puede ir separado de la élite económica) y así lo hace saber mediante su perfil en las diferentes redes sociales. Lee a Charles Bukowski, odia a los poetas populares chilenos y opta por la abigarrada lectura los domingos frente al siempre típico y facilón dominical del periódico de turno. Todo ello lo publica en su Facebook, y la gente abunda con megustas la baja credibilidad y amor propio que hasta ahora tenía la persona escondida tras ese muro virtual.
Y no solo nosotros, los mindundis de a pie, jugamos a crearnos perfiles paralelos y proyecciones de nosotros mismos mucho más interesantes de lo que son en realidad nuestras miserables aunque excepcionales vidas. Los famosos, tanto los que son famosos buenos (Cristopher Nolan) como los malos (un crítico de cine)no son ninguna excepción.
¿O es que pensáis que las actrices y cantantes preciosas se levantan así de preciosas todos los días? No me refiero sólo al plano físico, Instagram y sus filtros hacen maravillas; sino al psicológico.
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| Ellinor |
El otro día Russian Red, que es Lourdes, una chica normalilla que se convirtió en cantante, escribía en su diario lo mal que había despertado:
Día 5 de mi estado de ánimo negro.
Me he despertado porque Rocki ha vuelto a mearse dentro de casa, concretamente en mi habitación. Concretamente, en mi cama. Me cago en el puto animal y en el puto día que me lo regalaron. ¿Cuánto tarda una mascota en aprender a mear fuera de casa? ¿Cuánto tardé yo en aprender a mear fuera de mis pantalones? (Nota: idea para una canción, la edad en la que te meas encima como la edad en la que te jode Jake hasta que descubres que sola puedes ser feliz).
He cambiado las sábanas y he vuelto a sentarme en el escritorio esperando a que alguna letra sugerente saliera de mi cabeza. Pero nada, no sale nada. Carlos ha venido con croissants, les hemos echado una foto y en sólo una hora tenía más de mil megustas.
Ni siquiera me he comido esa mierda de mantequilla y calorías. Hace días que no hago la compra, así que he recogido un plátano feo del fondo del frutero y me lo he comido como he podido. He engordado dos kilos y no llego a la sesión de fotos del viernes si no adelgazo como una loca. Aunque como no me paguen el último concierto sí que no voy a poder comer nada, pero en serio.
Dios, que asco de vida. No me gusta Inglaterra, ni los paraguas, ni los apartahoteles. Carlos no sé qué cojones hace pegado al Iphone todo el día, y yo aquí me aburro. Los fans me cansan,y no tengo ganas de hacer nada. He llamado a un psicólogo que se da a conocer bastante entre algunos grupos de música colegas. Haré la primera sesión con él esta tarde, vía Skipe. Tendré que ducharme, llevo el mismo pelo de hace tres días y los pijamas ya huelen. Él ni se da cuenta, yendo y viniendo a los museos y las historias. De verdad, no sé como no se cansa.
Qué mierda de vida, en serio. No sé qué sentido tiene todo esto, estoy gastando más dinero en esta gira del que voy a ganar. Y los ingleses son rancios y borrachos. No volveré pronto por aquí. Mamá, escucha esta plegaria y ven a recogerme, de verdad.
Si no fuera por Instagram, estaría fuera del mapa ahora mismo.
Y como ella, todos se sienten alguna vez miserables, gordos, pobres, tontos, o ansiosos por encontrar algo mejor. No mejora tu vida saber esto, ¿pero a que no está mal saberlo? Hay cientos de cosas que podemos descubrir de los demás por lo que escriben en sus perfiles virtuales. En el fondo, nos daríamos pena unos a otros si nos conociéramos de verdad. Esto tampoco ayudaría a que fuéramos más felices.

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