Tengo una lista de cosas que hacer. Una lista de trabajos que me quedan por acabar. Una nota en el escritorio de los lugares repartidos por el mundo donde he de enviarme en forma de curriculum para mendigar un puesto de trabajo que me llene el espacio de vacío existencial. Tengo una lista de personas a las que debería decir "hola". Y esperar a ver qué sale. También llevo un papel arrugado en alguna parte de mi cartera de mil bolsillitos y cremalleras con todas las cosas que hacen que quererte sea una inmensa e insostenible gilipollez.
Tengo un mapa con chinchetas dispuestas en todos los lugares a los que debería ir al menos una vez en mi vida. Una pila de libros se me va a amontonando en el escritorio y piden cada noche, mientas duermo, que los lea ya, o amenazan que sus letras desaparecerán del papel como si alguien las hubiera borrado de un soplido muy fuerte y hubieran bailado hasta alguna sopa.
Hay una caja de cartas que me envío a mis futuras yo. Están todas por leer. La caja está escondida en un pozo sin fondo, a mi me gusta mucho escribir(me) y cualquier volumen de espacio no será suficiente.
Mis expectativas se han declarado en huelga. Dejan de ofrecerme sus servicios. Están dentro de un volcán a punto, a puntito de estallar. Mientras escribo esto es probable que estén empezando a saltar por los aires a temperaturas extremas y rodeadas de lava naranja y colorada. Volarán por los aires, y caerán contra el suelo. Olerá todo a chamusquina. El suelo estará requemado y las cenizas no servirán para que cuando vaya un inspector al lugar del desastre pueda elucubrar cuál fue el motivo de la inesperada explosión.
Tengo muchas listas de cosas que me quedan por hacer, muchas yo que aún no han visto la luz del día. Muchas palabras por aprender. Muchas ideas por salir de mi chistera.
Pero no he encontrado una sola pista por donde empezar a hacer y tachar. Creo que voy a ir a por un boli. Me disculpan...
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Elisa Ancori (Bloglovin') |
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