Tú te pones el pijama de espaldas a mí. Yo sólo me quito la ropa y me quedo con la vieja camiseta que uso para pasearme por la casa.
Te tumbas de lado mirándome, y me das un beso.-Buenas noches. ¿Apago?-
Yo te digo que sí, sí.
Te giras hacia el otro lado. Yo te abrazo por detrás. Te doy besos en la nuca.
Me duele la pierna y me giro hacia el otro lado. Tú no te mueves.
Te oigo respirar pero no sabría decir si estás dormido o pensando.
Me tumbo boca arriba, no puedo dormir. No puedo dormir. No puedo dormir.
Me siento y apoyo la espalda en mi almohada. En la oscuridad, tu silencio y la calle encendida vislumbro la habitación.
Me anudo el albornoz y me salgo a la terraza. Me fumo un cigarro mientras no veo nada porque no llevo las gafas.
Pero me da igual. Sólo estoy pensando, flotando a través de la calle vacía y silenciosa.
Me siento en el suelo de la terraza y entre tanto me entra el sueño.
Me levanto. No sé cuantos minutos han pasado.
Entro de nuevo a la habitación. Me tumbo hacia el otro lado al que no estás tú. Y me duermo, finalmente.
Por la mañana temporano huele café y a música rock. Tú has puesto unas cuantas galletas en un plato, has desayunado y te has ido.
La casa está sola, sola conmigo. Y luminosa, el sol pega fuerte hoy.
Me quedo en la cama mirando hacia el techo.
Y entonces, solo entonces, lo veo claro.
Me visto y salgo de la casa sin mirar atrás.
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