APARTADOS

domingo, 3 de enero de 2016

Yo estaba sentada en la bañera. Mis rodillas sobresalían y en el momento que él entró, yo apretaba la esponja y dejaba caer el agua enjabonada y tibia sobre la piel de mi brazo.

Cuando llegó no le miré. Seguí impasible. Estaba calmada y ensimismada en mi baño personal, no tanto físico. Se sentó sobre el bidet y comenzó a hablar:

"Cuando Ma nació, tardó un par de horas en empezar a mover la cabeza y mirar hacia todas partes desde aquella cuna de plástico translúcida a través de la cual todos miraban asombrados a la recién nacida que ya estaba inquieta. Ansiosa por vivir.

A los pocos años, su abuelo la sentaba sobre sus rodillas y le contaba cuentos que no tenían final. También le decía que era la niña más guapa de España, e incluso de parte del extranjero. Ma no lo entendía, pero se sentía muy  bien. Y aquellos recuerdos de bailes en las rodillas de su abuelo quedarían marcados en su memoria para siempre. Guardados como pequeñas dosis de autoestima y amor recibido que nunca se podrían comparar con otros.

Ma vivía intensamente. Y aunque le costó entenderlo, al final se dio cuenta de que en realidad se había convertido en una joven triste a pesar de su infancia llena de felicidad y cariño.

Ma seguía moviendo la cabeza hacia todas partes, como cuando nació. No quería saber qué se estaba perdiendo. Le dolía ver que hubiera podido equivocarse en alguna elección.

Hasta que finalmente, tras muchos años de disputas y lecturas, entendió que las penas no eran más grandes que las alegrías. Que ambas formaban parte de su vida y que si lo que más quería en este mundo era ser feliz, sólo tenía que empezar queriéndolo.

Como cuando le pedía a su abuelo un cuento que tuviera un bonito y cerrado final. Y el abuelo le contaba otra cosa.

Como la vida.

Y ella siempre esperaba que todo fuera bien, hasta que empezó a divertirse con los cuentos del abuelo. Viendo como cada uno de ellos era un trozo de su vida arrancado sin apenas dolor de todos los "que hubiera pasado si" que recorrían su piel".


Seguí mirando hacia la nada. Ahora estaba dentro del agua, con la cabeza hundida del todo y los ojos abiertos mirando hacia el techo del baño. Y ya no escuchaba. Solo pensaba en qué hubiera pasado si..

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