Mi querido Pretérito Imperfecto:
Te siento a veces, más de las que quisiera. Te recuerdo y te siento lejano , siendo feliz con otra. Como si no quisiera permitírtelo. Como si el amor se tratara de prohibir, o enajenar.
Me gusta pensar que no me has olvidado. Pero lo único que consigo es dar un segundo más de vida a mi ego lastimado y mendigo de fe.
Ni tú ni yo somos ya los de antes. Atrás quedaron los niños que aprendían de la lluvia a caer en picado sobre un mar de lágrimas de tristeza o alegría.
Mis deseos han cambiado. Mis miedos son claramente otros miedos. Mi pasión, ai, mi pasión. Me está esperando en una esquina mirando el reloj como quien sabe que llegará tarde, y yo la sonrío y le digo que nunca marcamos una hora concreta
Para salvarnos la vida.
De tal manera que sigo caminando. Mirando atrás, como te miro a ti, con tranquilidad y una cierta paz que encontramos sólo los que estuvimos en guerra.
La vida fácil no está hecha para la gente como nosotros. No intentes encajar en un mundo que acabará absorbiendo tus pequeñas irregularidades.
Y convirtiéndote en una hoja más.
Sobre un montón de hojas sin personalidad. Que no saben de qué árbol cayeron ni si la vida les tiene guardado un viento cálido.
Sea como sea, en este punto me quedo yo. Me esperan.
Lo de mi ego lo arreglaré. Apenas lo he necesitado este tiempo. La poesía me ha bastado para darme cuenta.
La poesía siempre es suficiente. Para salvar el mundo.
Para salvarme del mundo.
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