No sé si es por la ausencia de él, por la necesidad, por no querer creer que sí, que sigue merodeando; o porque, como dicen muchos, está en cada cosa de esta vida loca. Pero últimamente hay mucho 'amour'. Cuando me la digo a mi misma (la palabra), me viene a la mente la voz de Sebastián, el cangrejo de La Sirenita, en la escena en que le preparan a Ariel-humana una preciosa y romántica cita con su amigo-lo-sabe-pero-aún-no novio humano. Todo, porque si él no pronuncia el nombre de ella, no se rompe el hechizo.
El caso es que he visto esta imagen, y he dicho: amor. Como no, la he encontrado en Pinterest. Una fuente de inspiración a la que acudo menos de lo que quisiera, cuando el tiempo me deja un rato a la deriva. Poner títulos a fotos o buscar fotos para títulos es uno de los hobbies que internet me ha regalado.
Yo siempre decía que teníamos una manera distinta de querernos. Que nuestro amor era más puro que el de los demás, más sincero. Sin postureos, simplemente quererse. En la manera más sencilla y más necesaria de quererse. Porque no seguíamos normas, y no esperábamos nada. Y todos nos decían que cuanto nos queríamos, que éramos la pareja perfecta. Aunque otros hablaban mal de nosotros cuando nos girábamos. "Que si eso no es amor", "que si vaya raros que no hacen vida en pareja". Quizá esos comenzaron a ser algunos de los charcos que intentábamos no pisar, y aún así salpicaban. Ya no lo sé. Ya no sé nada.
Es tan fácil equivocarse con estos temas. Y al revés, tener razón siempre. ¿Cuantas clases de amar debe haber? Tantas como personas. En una de las teorías de 'Waking Life', la que habla del lenguaje, la mujer que la describe se (nos) pregunta, como pueden dos personas ponerse de acuerdo, decir que se entienden, cuando ambas hablan de algo tan grande, tan irreal y tan necesario como es el amor. Cuando una persona nos dice que nos quiere, ¿qué significa? ¿Qué es querer? ¿Cuánto se puede llegar a querer? Quererse es desearse, es odiarse, es necesitarse, es qué. Si lo pienso, me vuelvo loca. A lo mejor dos personas se están queriendo ahora mismo, pero sus ideas de amor son tan diferentes, que ni siquiera se acercan. Que no sirve.
Yo siempre desconfío de las amigas que se pillan por alguien en el primer mes. Esa sí que es una parte digna de estudio. Entiendo a aquell@s que nunca paran de enamorarse, y re-enamorarse. Eso sí es vivir la vida a tope. Cuando todo tiene sentido si está la otra persona, cuando haces todo lo posible por verla, cuando tomar un café a las 12 en el banco más cutre del Parque Ribalta te parece lo más guay del planeta (si es con él/ella). Cuando la ves entrar por la otra puerta de la discoteca, y te da un vuelco en corazón y tu noche empieza a valer la pena (normalmente acaba siendo justo lo contrario). Y después, puf. Todo se desvanece. Pero no pasa nada porque ahora, ¡toca volver a enamorarse!
La gente así sí que sabe de la vida. Mi amiga-amada mejicana es un poco así. Vero, como te envidio.
Todas las canciones de Leiva hablan de mí. ¿No había nadie menos mainstream? Sí, pero no era tan parecido como el nuevo disco de él. La vidilla de tener encuentros y desencuentros, el vivir de los recuerdos (los buenos), el auto-convencimiento de que la elección tomada ha sido la correcta, y no va a cambiarse. Y que luego se cambia, y luego otra. Y después vuelve a cambiar. Porque no tenemos nada claro. Y eso, seguramente, no sea amor.
La verdad, verdadera, de la buena. Y ahora que no me lee nadie, es que en realidad echo de menos el amor. El amor compartido. Todo es doblemente bueno si se comparte. El amor, es el ejemplo perfecto para ello. Compartir croissants sobre la cama el domingo por la mañana, con la raya aún deshecha y la ropa interior en el suelo. Tirarse en la playa sobre la toalla, escuchar música en silencio y cogerse de la mano. Las conversaciones que abren el apetito, cuando escuchas cosas de su boca que te hacen darte cuenta de por qué te enamoraste. Y, por qué no, supongo que amor es levantar la cabeza y ver que lo poco o mucho que queda, es mejor si el otro está a tu lado. Te hace el café, te hace el amor, y te hace falta.
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