APARTADOS

sábado, 1 de febrero de 2014

Miénteme

Si has mentido alguna vez
Yo te partiré la cara.
Si nos volvemos a ver,
en un cruce de miradas 
Ahora todo sale bien 
y es porque llevo ventaja
para vernos otra vez.

Desde hace algún tiempo hasta ahora miro más a los ojos a la gente. Creo que es porque intento leer en las pupilas de los demás lo que sus gestos intentan disimular y lo que sus voces no expresan. Movemos la boca, hablamos, pero en realidad no decimos nada. O al menos, nada de lo que deberíamos decir. Vomitamos mierda, cada día. Y escondemos las únicas palabras que tienen valor. Las verdades. 

Mentir como forma de vida.  Las mentiras son la escapatoria a cualquier tipo de problema.  Al final, la mentira siempre será un recurso relativamente barato que arreglará muchas situaciones (los problemas no los arregla. Solo faltaría.)

El autonengaño es la forma más común de mentir. Nos mentimos a uno mismo por cualquier cosa. Para hacernos sentir mejor, o peor (tan victimistas a veces). Para no afrontar ciertas realidades que no queremos afrontar. Para hacernos creer algo, y después poder mentir a los demás con más facilidad sobre ello. Casi nos creemos nuestras propias mentiras. Y al final, entramos en un juego en el que la realidad, lo que pensamos y lo que sentimos se convierte en un juego arriesgado como una partida de póker. Pero sin cartas buenas ni escaleras de colores que lleven a buen puerto. 

El autoengaño es una forma de ser feliz que debería estar más aceptada. Hace tiempo era de las que sobrevaloraba la verdad. La verdad como base de una personalidad. Pero al final, la verdad es relativa, más que nada. La verdad puede ser verdad hoy, y mañana ya no. No es categórica por mucho que algunos se empeñen, precisamente porque no estamos hechos para las cosas blancas o negras. Nuestro abanico de matices implica que la verdad y la mentira se desdibujen, casi hasta desaparecer.Mentirnos a nosotros mismos implica un alto grado de complejidad, que en muchos acasos acaba rayando la locura. Pero si se sabe controlar, mentirse a uno mismo es una forma de satisfacción y de goce de la vida de gran precisión. Aunque con el peligro de que el abismo siempre estará acechando a cada paso.

 Mentir a los demás sin mentirse a uno mismo, saberse consciente y creador de la mentira y la manipulación que implique acaba por convertirse en un juego. Un juego peligroso, como muchos juegos. Pero por eso precisamente es más excitante. Es perturbador mentir a los demás, uno nunca puede estar tranquilo. Cierto es que las verdades simplifican la vida a corto plazo, aunque dudo que a largo plazo lo consigan. Sin embargo mentir a los demás, sabiendo que implica un gran ahorro de problemas, puede arreglar las cosas y abrir caminos en el futuro. Es como todo. A pesar de lo que se piense, es una especia de inversión. Solo hay que hacer una prueba (mental o real), y darse cuenta.

Al final, qué importa mentir o no acá, si allá habrá servido para ser más feliz. ¿Acaso saberse conocedor de una gran mentira causa buena sensación en algún momento? y sin embargo, ¿cuántas futuras situaciones amputa de cuajo el conocimiento de una mentira, o de una verdad desconocida? (que no es lo mismo). Es complicado, sí. 

Si no quieres mentir sobre algo de lo que te arrepientes, no lo hagas. Pero si está la posibilidad de mentir, entonces, ¿abrimos un mundo nuevo de posibilidades? ¿y cómo convivimos con las mentiras? ¿tan fácil es? ¿mentir para no hacer daño alguien? Es una posibilidad viable, y bastante interesante. Aunque en realidad nunca sabremos, si la tomamos, hasta qué punto mentimos para no herir a alguien o para no herirnos a nosotros mismos. 

Todos los días hay mentiras. Aquí y allá, en tu boca y en la mía. Conscientes o inconscientes. Ocultar la verdad no es igual, pero se le parece.  

Siempre existirá la posibilidad de escoger el camino de 'la verdad por delante'. Pero si lo escogemos, dejamos de hacer muchas cosas, no porque no queramos, ni mucho menos. Sino porque sabemos que el hacerlas implica no poder ocultarlas. Y esto no es otra cosa que una autocensura y represión por convención social, casi un tipo de educación, que suele traer grandes complejos a largo plazo. 

Si alguien espera una conclusión, que deje de leer. No hay conclusión alguna. Mentir es feo, siempre nos han dicho. Y decir la verdad nos ayuda a sentirnos mejor y a conocernos bien. A que los demás nos conozcan, también.  Decir la verdad nos ayuda a reafirmarnos, sin embargo mentir hace que nos vayamos por las ramas y nos desdibujemos más de una vez sin encontrarnos. Pero mentir cura heridas que nunca se abrirán. Quedarán guardadas en el cajón de las cosas que no han ocurrido nunca, porque nunca se han contado. Qué placer. Son las partes de una vida que hacen que todo lo demás adquiera sentido.


Mentimos sobre actos, sentimientos, sensaciones, conceptos, o por desconocimiento. A veces con intención de evitar dolor, problemas, o porque simplemente nos queremos creer lo que decimos. 

Si somos capaces de mentir, es por algo.

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