Estaba
en el escritorio leyendo esa carta que nunca te he entregado. Y de
repente he visto como aparecía y desaparecía en la pantalla negra de mi
teléfono un avión cruzando el cielo. Estaba el estor bajado y no se veía
la ventana, solo podía ver el reflejo. Ha sido como si no estuviera
ocurriendo. Aunque lo viera. Un poco como nosotros.
Hay cosas de película que nunca ocurrirán en nuestras vidas. Hagámonos cargo. Es así. No nos lanzarán mil balas sin acertar, no chocaremos con el chico de la película (sino que nos llamará él mismo), y la cámara no se parará mostrando los colores e irregularidades de los bellos paisajes. (Como en la última peli del flamente-perfecto-director Wes Anderson, el hotel donde ocurren cientos de cosas a la vez, cruzadas, sin quererlo. Como si se follaran las historias).
Wes Anderson
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
Wes Anderson
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
Wes Anderson
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
cine de gestión: Gran Hotel Budapest: el secreto del éxito,Emprendedores&Empleo, expansion.com
Pero hay cosas de la vida que nunca pasarán en las películas. Por eso es mejor vivir-las. Como las mañanas escuchando Beirut súper alto mientras el sol entra por el hueco del tragaluz y se oye a la casa de Latorre silbando, bailando y chisporroteando aceite sucio.
O como una tarde entre sofás del salón movidos hasta juntarlos, pelis, palomitas y pijamas rozando tu piel suave. ¿Se acordará? Hace tanto ya.
El cruce de caminos que supone esto de andar por la vida no dejará nunca de fascinarme. Pensé que lo que ocurriría en Chile, era porque era allí y era más fácil. Pero si uno se está atento, ocurre en todas partes. Desde que aterricé he conocido a más personas nuevas que en todo el año anterior a irme. Supongo que estoy predispuesta. O que tengo ganas. O que es casualidad. O que mis amigos se han ido alejando. ¡Adiós!
Nadie es estrictamente necesario. Si antes podía vivir sin ellos, no entiendo ahora por qué no podría hacerlo. Y al revés. Pero qué cojones, es bonito ver el desfile de gente que va pasando por aquí, y cada uno me trae una sensación nueva. Un estilo de vida diferente. Un regalo bien envuelto, un menú de muchos platos con palta, cebolla y esas cosas que empecé a comer hace nada.
Hasta sus inseguridades lanzadas como balas a mi pecho. Hasta esos disparos me hacen bien. Me gustan. Me siento viva.
Se van, muchos se van. Otros llegan. Les dejaremos que lo hagan. Acomódense, vamos. No tengan miedo. Aquí hay locuras para todos. Pero los más importantes, de momento y hasta que mi corazón se queje, son los que se quieren quedar. Los que no hacen regalos porque ellos mismos ya lo son. Los que llaman a mi timbre y esperan que salga a recibirles con gafas.
![]() |
El Gran Hotel Budapest, 2014. Wes Anderson. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario