APARTADOS

lunes, 12 de mayo de 2014

Haciendo eses

- ¿Crees que alguien de cualquier lugar del mundo consideraría esto un paraíso? ¿un momento inalcanzable? 

- Hombre, siempre queremos lo que no tenemos. Este lugar, tu sensación ahora mismo o el instante que acaba de pasar ha sido solo nuestro. Sí, nuestro.  Muchos lo querrían, ¿no crees? Mira a tu alrededor, joder.

Caló el porro que llevaba entre los dedos muy fuerte, hasta dentro, se acercó a él sin decirle nada y le besó. Le introdujo todo el humo verde en la boca y él lo aspiró sin rechistar. Y sin abrir los ojos, acabó el beso, la calada, y soltó todo el aire y el amor que tenía hacia la playa desierta que veían desde la terraza.

Estaban sentados en el suelo, sobre la pared. Muy pegados. Hacía fresco. Era una hora cualquiera de la noche, no entendían muy bien el paso de los minutos y las horas cuando estaban en ese estado. Veían las olas desde la pequeña terraza del ala izquierda. Había otra más grande al otro lado del apartamento, pero les gustaba más esa. Era como su casita. Con la sábana tendida donde podían esconderse si querían quitarse la ropa. Y olía a limpia. Siempre la dejaban ahí fuera, era la cortina que les separaba del mundo real. 

No se distinguían los colores ni las formas de la calle desde el número once. Sólo las siluetas, las sombras. Las olas eran líneas blancas que avanzaban hasta una meta invisible y después desaparecían. Se estuvieron preguntando sobre esas ondas, pero acabaron como siempre. Dando el tema por cerrado y abriéndose las braguetas y las camisas. Y se perdían entre ellos. Les costaba seguir los temas sin acabar siempre en la misma conversación. Esa en la que apenas susurraban. 

Olía a mar, y el ruido era como si estuvieran escuchando una caracola del tamaño de un tarro de Nutella. Pero realmente tenían el mar en los oídos. Y les puedo asegurar que era incluso más grande que un bote de Nutella. 

Aquella noche habían salido a cenar, con vestidos y de la mano. Como si celebraran. Como si se enseñaran. Era una búsqueda de la felicidad demasiado placentera para que tuviera algún sentido o algún objetivo final. Una broma fácil. 

Más tarde habían tomado unas copas al ritmo de música fea y tranquila, y con el ritmo aún en el cuerpo habían subido hasta lo que estaba convirtiéndose en su lugar de culto. Después de la conversación sobre si su situación es mejorable o no, se irán a la cama. 

Se acostarán juntos y en el tiempo que pasa mientras ella se tumba de lado dándole la espalda y él la abraza por detrás hasta meter la mano en su camiseta, ella ya se ha dormido. Él la sigue acariciando hasta notar sus latidos. Después quitará la mano para no sentirse un animal y le quitará el pelo de la almohada para acercarse aún más a ella. 

Y de repente, se hará de día. Quizás salgan a la terraza. El mar cambia de color según su estado de ánimo. Es hora de que alguien lo converse. 



just you.


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