APARTADOS

martes, 23 de septiembre de 2014

Santile

Algunos me preguntaron si volvería a escribir en el blogg durante esta segunda, dulce, fugaz e inesperada  vuelta a la ciudad grande. Lo cierto es que nunca dejé de hacerlo. He estado escribiendo cuentos inventados, historias que se han cruzado en mi imaginación o en mi vida. Y ahí quedarán para siempre (que quiera Google). 

Llegué hace apenas dos días. Esta va a ser mi tercera noche. Y ya he recopilado las palabras chilenas que estaban en mi vocabulario guardadas, esperando la especial ocasión para brotar de mi boca. Han sido días intensos. Emocionalmente, sobre todo. Aunque he de reconocer que ha sido un golpe este choque climático y sentimental. No quieren ustedes saber todos los detalles de mis fallos físicos esta semana.

¿Saben qué? Me importa todo poco. Bastante poco. Porque estoy acá. Quien sabe si por última vez en la vida. (Lo sea o no, me lo voy a tomar como tal). He venido a esnifarme la ciudad, con todo dentro. Suena tan mal. Pero es como quiero que suene. No lo explicaré. Hartita ando intentando dar explicaciones a todo. Me voy a esnifar la ciudad porque voy a consumirla y que llegue directamente a mi cerebro. Se envíe a todas mis conexiones nerviosas (incluida la de mi pierna mala), y sienta que no puedo estar mejor. 

Como siempre, esta irrealidad que proporcionan los viajes tan dulce completará el proceso para que mi estancia sea todo lo perfecta que se pueda. Drexler dice en una canción que "hay gente que es de un lugar. No es mi caso". Yo pienso igual, No es mi caso. Soy de este y de otros lugares, a la vez de ninguno. Mi lugar aún no se ha descubierto. Pero lo hará. Pronto. Estoy segura. 

La primera hora aquí ya valoraba que lo peor del viaje sería volver. Y si pierdo ese billete de avión que tanto me ha costado.... también valoré la posibilidad. ¡Y acababa de llegar! Nada, solo valoraba opciones. Mi sitio de momento no está aquí. Quien sabe lo fácil que sería construirse uno, eso es verdad. Pero bueno, Es por la gente. Por el calor. 

Llegué y ya me esperaban en el aeropuerto, Y luego en la casa. Y de ahí a un asado. Y luego a una fiesta en una fonda chilena "para que la Miró vea una buena fonda chilena de verdad". Y todo el mundo con tanta alegría, tantas ganas. Bueno, "todo el mundo" es mi mundo. Que me basta y me sobra. 

El viaje empezó como una tarde perfecta en un parque bonito tranquila y soleada. Sentada en un banco verde delante de un skatepark donde los niños se caen y les dan la mano para que se levanten. Y hay perros y mucha gente, pero no hacen ruido. Y sólo se sienten, Como se siente el viento fresco de las 20.00 de la tarde. Y de repente ya es de noche y hace frío y el arco-iris ya no se ve. 

Pero no es oro todo lo que reluce. Volver aquí es también volver a encontrar sentimientos y sensaciones a los que no había dado permiso para que salieran. Por la gente que me quiere allá (que es poca, pero también suficiente)... tranquilos. Cuanto más lejos estoy más os quiero y valoro. Y espero que me perdonéis por creer que tengo aquí algo nuevo que allí tengo desde siempre: amor. 

Pasear sin Marina y Marta es raro. Sin mi mp3. Sin mi cámara. (No estoy fotográfica). No me encuentro aún. Me sigo buscando. Sé que en el recoveco más escondido y simplón de la ciudad, ahí estaré mirándome y diciéndome a mí misma: ¡ya tardabas! ¡estás acá ya o dónde estás! Y me abrazaré a mi misma. Y seguramente llore. 

Mi Vero sonriente sí está aquí. Con la piesa bonita y pequeña para las dos. Más contenta que nunca con un amor chileno que hace que le brillen los ojos cada nuevo día. Las nuevas adquisiciones en lo que amistad se refiere siempre son bien-recibidas.  

Estaría escribiendo mil cosas. Pero tengo que dormir porque hoy algo me quitó el sueño. Y he dormido poco. SEis horas de diferencia con "allá". Casi, ¡buenos díás!



No hay comentarios:

Publicar un comentario