Yo, decidí llevarlo a cabo de la siguiente manera. Cada persona que pasa al cajón de los recuerdos de mi cerebro y a la carpeta de borrados de mi agenda telefónica tiene un post-it en una caja negra, guardada en el cajón más voluminoso de mi habitación. Tengo todos los recuerdos de personas guardados así, en papelillos amarillos, como si tuvieran fiebre. Hay de todo tipo. De muchas personas. Hasta de partes de mí que, afortunadamente, ya no existen.
Tienen todos el mismo formato. De hecho, cuando tengo tiempo relleno los papelillos para dejar únicamente el espacio para el recuerdo que será debidamente anotado en su correspondiente momento.
Qué:
Quién:
Cuando/Dónde: (muchas veces estos dos coinciden, así que los anoto juntos)
Esto empecé a hacerlo cuando algunos amigos y amigas pasaron a ser menos que conocidos. Y yo, consciente de lo que estaba pasando y de que sólo me daba pena por los momentos compartidos, los escribí y guardé pensando que si me olvidaba de algunas personas no pasaba nada, pues tendría lo único que me importaba de ellas a buen recaudo. A salvo de olvidos y de malas caras.
A algunos recuerdos les pongo canciones de fondo. Para que la imagen mental cuando los lea sea más nítida, más real (aunque parezca imposible).
El otro día metí la mano en la caja negra y saqué uno al azar.
Qué: nosotros, una vez más, elegidos por la suerte y enroscados entre tu paciencia y mi redención en una habitación. El horizonte no tan lejos, atardeciendo. Tu boca en mi segunda boca. Tu mano en mi mano.
Quién: Nosotros. Sólo hay uno.
Cuando/Dónde: En nuestra playa. Vieja de mirarnos. Azul por culpa del viento.

No hay comentarios:
Publicar un comentario