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lunes, 18 de mayo de 2015

Cuén-ta-(me)-cuen-tos

Ya no quiero historias rugosas, molestas. Ya no quiero historias con costras y tiritas. 
Quiero historias suaves, lindas. Como el olor de tu cuello cuando te huelo al despertarme a tu lado, o cuando aspiro la almohada antes de dormir y siento el descanso entrar en mis pulmones. 



Quiero historias que ninguna película jamás ha contado. Quiero historias que no tienen bandas sonoras creadas. Quiero una historia que me explique de una manera sutil, como el velo de una novia, qué me está esperando al otro lado. 

Quiero una historia que hable de figuras de mármol que se convierten en humanos que lloran, y personas que se enamoran de ellas. Quiero historias de libros que se convierten en universos paralelos donde la gente entra y sale y varía sus dimensiones oníricas en función de las portadas donde mete la nariz y el pie izquierdo. 

Quiero que se cuente ya mi historia. Esa en la que salgo del mar convertida en arena y la brisa se me lleva, ondeando por la orilla, hasta una hermosa y tranquila cala donde hay una mujer completamente desnuda pensando sobre la verdad y la mentira. 

Quiero que tú te conviertas en historia. Que vengas a salvarme. Y que me digas que me puedo perdonar. Que no es tan malo sentirse así. Que nunca voy a morir y que juntos crearemos un cuento de dos niños que tienen alas y nunca saldremos de él. 

Quiero que alguien me pare por la calle, y me diga que me siente, que me va a contar la mejor historia que nunca he escuchado. Y yo asentiré y escucharé, y de repente esa misma verdad que otros no valoran será tan reveladora para mí que encontraré el sentido de la existencia en el recodo que hacen algunas rocas al final de la escollera, e impiden el natural recorrido de la corriente marina. 

¿Ves? No estamos hechos para cuentos rugosos. Estamos hechos para cuentos finos, suaves como los hilos del mejor traje del Emperador. Cuentos que nadie podría imaginar, y mucho menos entender. Estamos deseando que alguien nos cuente lo que está pasando para poder entenderlo. En forma de cuento. 

Este es un cuento sobre el delirio exigente de la madrugada que viene para intentar quedarse y me abraza por la espalda pero sabe que ha de esfumarse con los primeros rayos del día, esos que nos avisan a los dos de que somos tan mundanos y reales como la arena que pisamos. 


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