Me hace sentir miserable bajar al mundo de los cerebrosperdidos y mirar a diestro y siniestro. Ver sus sonrisas, el humo de sus cigarros con sabor a derrota.
Consentirle al tiempo el deseo de tenerme a la espera de nada. Como sumida en un letargo con un disco de fondo que me recuerda que sigo viva.
Pero a la espera.
Bajar a este mundo es corroborar que la injusticia inunda la calle y las personas la huelen y se tiran al suelo a lamer cada resquicio que les queda de integridad.
Y yo me agacho a recoger la parte que me queda a mí. Está justo al lado de tu zapatilla. Y cuando alzo la vista, y te encuentro, ya no sé muy bien quien eres.

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